Con la llegada del otoño lo que el cuerpo nos pide es un buen plato de cuchara, de esos bien potentes y sabrosos que con solo una cucharada el alma se recompone, cogiendo energías para lo que queda de día. Lo bueno es que no hace faltar esperar a que llegue el frío para degustar uno de esos platos, pero es cierto que no hay mejor remedio contra la destemplanza que un plato típico de la cocina asturiana en Gijón.
Unas buenas fabes con su compango (chorizo, tocino y morcilla asturiana) sin duda nos quitarán el hambre en cualquier época del año, resultando perfectas para esos días en los que ya se empiezan a notar las bajas temperaturas. Lo recomendable en estos casos es comer de todo un poco, pero sin pasarse si no queremos que nos siente mal la fartura.
Las legumbres se convierten en nuestro ingrediente estrella, ya que nos dan mucho juego a la hora de preparar nuestros elaborados menús de otoño. Por ejemplo, nos encantan las fabas, ¡y en todas sus variedades! La de ‘granja asturiana’, una alubia de gran tamaño, plana y alargada que destaca por su forma de riñón es la que emplean nuestros cocineros para preparar la auténtica fabada asturiana; pero para nuestros platos de marisco la que utilizamos es otra, mucho más pequeña y de un color un tanto especial. Hablamos de la verdina que con su sabor, suave y exquisito, conquista a nuestros comensales. Y más cuando viene acompañada de centollo y langostino.
Verdinas con centollo y langostinos
Este delicioso plato es el que pueden degustar nuestros comensales cuando vienen a La Pondala con ganas de probar lo mejor de la cocina asturiana en Gijón. Su producción se da en exclusiva en Asturias por lo que a los de la tierra ya no nos pilla de sorpresa encontrarnos en el plato con unas alubias como estas.
Su tamaño es algo más pequeño que el de una alubia blanca tradicional y se dice que no hace falta ponerlas a remojo, aunque desde La Pondala creemos que no les viene nada mal. Otro aspecto característicos de las verdinas es su piel, tan fina que apenas se nota. Lo positivo de esta variedad de faba es que no se destrozan fácilmente y que la piel no se despega de la carne una vez cocinadas.
Pero no queremos pasar por alto una de sus particularidades: su color verdoso. ¿A qué se debe? Hay quienes dicen que este tipo de judías se recolectan de forma temprana, es decir, cuando aún no están maduras. Otros aseguran que ese color se debe a la abundante savia que contiene la planta.
Sea por la razón que sea lo que sabemos con certeza es que están riquísimas cuando las acompañamos de los pescados y mariscos que nos ofrece el Cantábrico.
Si aún no has probado las que hacemos en La Pondala, pásate entre semana por nuestro restaurante de cocina asturiana.