Sí, hay mujeres en la gastronomía, pero no es algo de ahora. El papel que han venido desempeñando en el sector ha sido clave y sin ellas, restaurantes como el nuestro no existirían.
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, el mundo de la gastronomía ya ha empezado a reconocer su talento y su valía. No hace falta irse muy lejos para ver que las mujeres más jóvenes vienen pisando fuerte. Este año, por ejemplo, la Guía Repsol reconoció con sus ‘soles’ la labor de muchas de ellas. Entre todas las cocineras o chefs se encontraba Adriana Riginelli, la quinta generación de mujeres al frente de La Pondala.
Criada entre fogones, desde muy pequeña ha visto como las mujeres de la familia trabajaban en el negocio familiar para sacar adelante los pedidos de los comensales que llegaban al restaurante con ganas de disfrutar de una buena comida.
Lo más bonito de todo esto es que si hoy en día preguntas por un sitio donde comer un buen pescado en Gijón o un buen marisco, más de uno te respondería La Pondala. Ese reconocimiento por parte de los clientes es el verdadero premio para nosotros. Han pasado más de 125 años desde que La Pondala abrió sus puertas, siendo testigo de la vida social y gastronómica de esta villa.
Adriana Riginelli, junto con sus padres (María Jesús y Roberto Riginelli), es quien se encuentra al mando de este establecimiento hostelero y lo hace con un gran reto por delante: seguir siendo ese restaurante que conquistó los paladares de viajeros exigentes y de los vecinos de Gijón.
Adriana aprendió en casa el amor por la cocina y lleva en las venas el respeto a una profesión que tantas alegrías ha dado a su familia.
Cocina clásica-tradicional bien elaborada
Una vez dentro, aún se respira ese aire rústico tan característico de La Pondala. Un restaurante con mucha historia que recomiendan los clientes por esa cocina clásica-tradicional bien elaborada, con platos asturianos e internacionales en su carta. La fabada o la menestra son, por ejemplo, algunos de los más apreciados, sin olvidarnos de esa deliciosa versión que hacemos del tradicional rosbif inglés.
El éxito de nuestros platos se debe en buena parte a que, generación tras generación, hemos sabido mantener y plasmar en la cocina esas recetas centenarias que en su día creó la verdadera artificie de que La Pondala lleve este nombre. Hablamos de María González, conocida como ‘La Pondala’ por estar casada en aquella época por José Pondal. Ella fue quien optó por trasladar su restaurante ‘Casa Serafa’ hasta la actual casona, ampliando la terraza, uno de los principales atractivos de nuestro restaurante hoy en día.
Después, fue su hijo Senén, ‘El Pondalu’, quien tomó el relevo junto a su mujer Nieves. Entre los dos decidieron ampliar el local para celebrar bodas y banquetes en la parte trasera del restaurante. Más tarde, lo heredarían sus hijas: Esther y Conchita, quienes dieron paso a la cuarta generación: María Jesús y Roberto Riginelli, padres de Adriana Riginelli. Entre los tres toman, en la actualidad, las decisiones más importantes en La Pondala.
Como puedes ver, la historia de La Pondala ha sido escrita por mujeres, fuertes y decididas que, a pesar de las adversidades que les ha tocado vivir a lo largo de estos tres siglos que lleva abierto el restaurante, han sabido sacar adelante un negocio como este, premiando siempre la fidelidad de sus clientes, ya que sin ellos tampoco se entendería La Pondala.